Envuelta en su vestido negro y labios carmesí se preparaba para su esperado baile de máscaras.
Entre la gente se paseaba buscando una nueva víctima que cayera en sus manos.
La música sonaba, envolviendo a un muchacho que la miraba con deseo.
Hasta allí llego el joven apuesto con su disfraz de caballero.
Beso a la dulce dama dejándose llevar.
Al cerrar los ojos solo estaban ellos dos. A su alrededor ya nadie existía para el.
La dulce dama acerco sus labios a su cuello y dulcemente le dijo tengo sed de ti.
Bebiendo el dulce néctar de su sangre bermellon y dejando un aspecto de radíante belleza en su cara.
Ya no necesitaba la máscara ;de nuevo era joven otra vez.
El cuerpo del chico cayo al suelo como si de un trapo viejo se tratara.
Nadie se percató, pues lo había llevado a un lugar oscuro para deleitar su merecida cena.
Su belleza era sin igual. Bajo su tez blanquecina se podía atisbar un ligero rubor, pero nada más lejos de la realidad se trataba de la sangre de aquel muchacho, la cual al limpiar su boca había manchado sus mejillas dándole ese ligero color.
Se marchó sigilosamente hasta llegar a casa donde allí se desnudo; y encima de su cama saboreó las últimas gotas de sabor que aún le quedaba en su paladar.
lunes, 9 de febrero de 2015
LA MASCARA
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