Hoy os voy a contar esta leyenda que se cuenta en Bérriz (Vizcaya) y dice así:
Hubo una vez un muchacho que iba feliz andando por la calle porque iba a contraer matrimonio al día siguiente.
Este al pasar al lado de un cementerio vio algo en el suelo que se caía de un carromato del enterrador
Era la cabeza de un esqueleto.
Lejos de devolvérsela al enterrador , le arreo una patada divertido diciendo ;tu mañana estas invitado a la boda y se marchó riendo.
Cuando ya casi había llegado a su casa, se percató de algo.
Le iba siguiendo un perro negro el cual le observaba desde lejos.
El perro le miraba desde la esquina el echo a correr con temor.
Era un perro muy grande y con unos ojos muy profundos.
Al llegar a casa miro por la ventana y ahí estaba el perro; esperándole.
Le contó preocupado a su madre lo sucedido, entonces esta le aconsejo que fuera rápidamente a ver al párroco y se confesara por lo sucedido.
El cura le aconsejo que al día siguiente en el banquete llevará al perro debajo de su mesa , y que todo lo que fueran a comer se lo diera a el primero.
-Pero padre....dijo el muchacho.
-¿y si me ataca?'.-No lo hara; respondió el cura.
El muchacho viendo que el perro aun le seguía así hizo.
Todos los manjares fueron dados a el misterioso perro.
La gente extrañada empezó a hacerse preguntas, pero este les respondió que debía hacerlo sin más.
Al acabar el convite el perro le hablo.
Bien hiciste en cumplir lo que te ordenó el cura, pues si no lo hubieses hecho, hubieras sufrido un gran castigo, pues yo soy el guardián de mi amo y le debo lealtad.
El me mandó venir por la falta que cometiste.
Dicho esto, el gran perro negro desapareció de la vista de todos.
A lo lejos el chico pudo observar como la sombra de un hombre se marchaba con su fiel amigo el perro
Y es que los perros siguen a sus amos aun después de muertos éstos, pues ellos son los guardianes de sus huesos.
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