Aquel santuario en el que se convirtió su penado corazón, le aislaba de todo sufrimiento del exterior pero no de lo más profundo de su alma.
La rosa roja se marchitaba a la vez que el tiempo a su alrededor perdía valor; y se clavó sus espinas para volver a sentir de nuevo, volviendo de nuevo al mundo del que un día huyó.
Creado..Siempre..Inma R
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